El cultivo de cáñamo trae aparejados múltiples beneficios para diversos sectores de la industria. Argentina, con su característica forma de producción agroindustrial, tiene la oportunidad de impulsar un sector que puede ser el avance del desarrollo. Aquí abordamos 3 grandes beneficios que el cultivo y procesamiento industrial del cáñamo pueden darle al país.
América Latina puede considerarse una tierra de oportunidades si de cultivar cáñamo se trata. Esta planta, cultivada desde tiempos antiguos, puede utilizarse en distintos procesos industriales para producir alimentos, aceite, papel, textiles, medicamentos, entre tantos otros ámbitos. Se espera de esta industria un crecimiento mundial superior a los 166.000 millones de dólares para el año 2025, según Forbes.
En nuestro continente, el cultivo de cáñamo principalmente se destina a la industria medicinal. Países como Colombia y Uruguay han tenido experiencias muy importantes en ese sentido, con legislaciones y políticas públicas tendientes a la articulación entre el Estado y empresarios del sector.
El potencial que se encuentra en América Latina para el cultivo y desarrollo industrial del cáñamo puede plasmarse en tres aspectos que beneficiarían muchísimo a la agroindustria.
#1: Ambiente
El debate sobre industria y huella ambiental ocupa cada vez más lugar en las agendas productivas mundiales. En este marco, las aplicaciones industriales del cáñamo tienen un correlato con un desarrollo sostenible. El ciclo corto de cultivo que tiene la planta, de 4 meses, posibilita la rotación y evita el monocultivo. Además, en su última etapa de cultivo, mejora las condiciones físicas del suelo, ya que la caída de sus hojas produce un colchón que le otorga nutrientes.
En otro orden, el bajo requerimiento de insumos químicos por parte del cáñamo alimenta la posibilidad de producción agroecológica, una alternativa que forma parte de la estrategia contra el cambio climático.
Por ejemplo, la gran resistencia que tiene la fibra de esta planta puede ser el puntapié para un desarrollo amigable con el medioambiente de la industria textil y de la construcción, que son habitualmente señaladas por su fuerte huella ambiental.
Con las semillas de cáñamo y su aceite puede producirse biodiesel, fundamental para replantear el mercado de combustibles fósiles, utilizando recursos renovables en vez de aquellos que no lo son.
Un dato fundamental que va más allá de cómo la aplicación industrial de la planta puede ayudar al desarrollo sostenible, es su capacidad para la recuperación de suelos contaminados. Es el caso de Chernobyl, donde desde el año 1998, Consolidated Growers and Processors (CGP), Phytotech, y el Instituto Ucraniano de Cultivos Bast, comenzaron a sembrar cáñamo industrial para eliminar contaminantes alrededor de la famosa planta de energía que protagonizó un desastre nuclear en Pripyat, Ucrania. Al respecto, responsables de Phytotech, que es una compañía especializada en fitorremediación, afirmaron que “el cáñamo está demostrando ser una de las mejores plantas fitoreparadoras que hemos podido encontrar”. En el cáñamo, encontraron una reducción más que importante de la toxicidad del suelo.
#2: Producción y alimentación
El cáñamo es un cultivo muy rentable debido al hecho de que las distintas partes de la planta pueden destinarse a la producción industrial y puede agregar valor a la oferta de exportación que ya se encuentra en productos cotidianos. La industria del papel, la alimenticia, la cosmética, la textil y la plástica son destinos posibles, pero la oportunidad de ampliar el espectro de producción es muy amplia y requiere de investigación científica.
En la producción de alimentos, si tenemos en cuenta el valor nutricional de los granos de cáñamo, estos tienen altas cantidades de proteínas y Omega 3, que ayuda a combatir problemas como el colesterol. Son altos en fibra, lo que regula la flora intestinal; su contenido de hierro ayuda a contrarrestar la anemia; mientras que sus valores altos de calcio y fósforo son beneficiosos para los huesos.
Según la Fundación Canna, que estudia la planta de cannabis y sus principios activos en España, “cerca del 50% del mercado global de aceite de cáñamo se concentra en la industria alimenticia y suplementos nutricionales”, como por ejemplo pan, galletitas, leches vegetales, helados, entre otros.
#3: Economía y empleo
Como todo desarrollo industrial, impulsar la producción de cáñamo generaría nuevos puestos de trabajo, nuevas empresas e impuestos nuevos para la recaudación estatal. Se pone en marcha una cadena de valor en la que entran empresarios, agricultores, investigadores, desarrolladores de tecnologías de producción, entre otros.
El Centro de Investigación Económica y Social Fedesarrollo, de Colombia, afirma que esta industria genera alrededor de 16 empleos formales por hectárea. Según un informe de Leafly, a principios de 2020, el número de personas empleadas en Estados Unidos a tiempo completo por el rubro del cannabis medicinal asciende a 243.700. Números promisorios que pueden replicarse proporcionalmente en la Argentina, apostando por un desarrollo económico que tenga un marco sólido en términos legales y de mercado.