El crecimiento de la industria del cannabis de EEUU en los últimos años ha sido innegable. Estados como Illinois, Michigan, Colorado y otros están batiendo récords de ventas, mientras los minoristas sacan provecho de la “Ola Verde” en continua evolución. Pero, ¿cómo ha afectado este éxito a lxs más afectados por la Guerra contra las Drogas?
La reciente legalización del cannabis en muchos estados puede ser un paso en la dirección correcta, pero la riqueza que se está amasando con las ventas de la planta va principalmente a propietarios blancos. De hecho, se calcula que entre el 80% y el 90% de la industria del cannabis está en manos de estos. Varios estados legales han creado programas para corregir esta injusticia. Los Programas de Equidad Social están apareciendo a diestra y siniestra, insistiendo en que las personas de color tengan la misma oportunidad de participar. Incluso las empresas privadas del sector están dando un paso adelante para ayudar. Pero, ¿hasta qué punto son beneficiosos estos programas?
Hablamos con tres propietarios negros de dispensarios para conocer mejor su experiencia sobre lo que realmente ocurre con la equidad social en el cannabis.
Una asombrosa falta de equidad social en los programas de cannabis. Al igual que muchas de las miles de personas con una licencia de dispensario activa en Oklahoma, Tiffany Johnson abrió The Flower Spot para proporcionar medicamentos a quienes los necesitan. Quiere dejar un legado. “Como mujer negra con tres hijas negras, quiero dejarles algo más que mi casa y mi coche. Mi objetivo es dejarles este negocio”, dijo Tiffany. Abrir un dispensario fue mucho más difícil de lo que Tiffany pensó en un principio. Cubrió todos los gastos iniciales de su bolsillo. Incluso después de comprar el local, hubo que hacer una gran cantidad de trabajo para cumplir con los requisitos estatales. Aunque los buscó, Tiffany no pudo encontrar ningún préstamo o subvención que la ayudara a empezar, ya que el estado de Oklahoma no ofrece ningún Programa de Equidad Social y no es ningún secreto que encontrar financiación para los negocios de cannabis es un reto debido a la ilegalidad federal de la planta.
Así que Tiffany trabaja en un segundo empleo como enfermera, soportando el caos causado por el coronavirus y sus variantes mientras dirige su dispensario. Se levanta y abre la tienda, luego trabaja como enfermera durante el día. Tiffany vuelve al dispensario después de dejar la clínica antes de ir a casa. Una vez en casa, come algo, se cambia de ropa y se dirige a trabajar en el turno de noche. Tiffany no es ajena a la hipocresía que conlleva el cannabis. Su ex marido cumplió años de prisión por un cargo relacionado con el cannabis, dejándola sin apoyo y obligada a criar a sus tres hijas sola.
Cuando se legalizó el cannabis, Tiffany esperaba ver subvenciones o préstamos del gobierno para corregir los errores pasados de la legislación sobre el cannabis, pero las horas de búsqueda la dejaron con las manos vacías y decepcionada. Éste es un viaje que Tiffany ha tenido que emprender sola. La dura realidad de la legalización del cannabis. Mesai Coker también es copropietario de un dispensario en Oklahoma, llamado Hybrid Cannabis. Mesai todavía está esperando las inspecciones para poder abrir sus puertas, pero su entusiasmo crece a medida que su sueño de toda la vida de tener un negocio de cannabis se convierte poco a poco en realidad. Pero Mesai no es de Oklahoma, y tampoco lo son sus socios comerciales.
En un principio esperaba abrir un dispensario en su estado natal, Nueva York, pero se sorprendió cuando se enteró de que la obtención de una licencia comercial para un dispensario costaría USD 210.000. Con estos escandalosos costos iniciales, Mesai sabía que no podría abrir un negocio cerca de su casa. Mientras vivía en Nueva York, Mesai no era ajeno a las duras leyes sobre el cannabis del estado. Se lo fichaba regularmente, se le paraba e incluso se le detenía, aunque Mesai sospecha que es por el ligero olor a marihuana que desprendía.
Mesai se defendió de la policía del estado de Nueva York y presentó una demanda. Finalmente, ganó el juicio y recibió una pequeña indemnización del Estado. Una cantidad que, en su opinión, no representa exactamente la carga emocional que le supuso la detención ilegal. Al hablar de la situación, Mesai dijo: “Se convirtió en un acoso de media hora. Incluyendo registrar mis bolsillos, buscar cosas que no estaban allí, y de repente me ponen esposas y me detienen por entrar en mi propio barrio”.
Por desgracia, la historia de Mesai no es diferente de la de miles de personas que vivían en Nueva York antes de que se legalizara el cannabis. De hecho, lxs neoyorquinos racializadxs constituyeron más del 94% de las detenciones y citaciones emitidas por violaciones y delitos relacionados con la marihuana en el 2020. Los falsos antecedentes penales que le constan a Mesai por su encuentro con la policía hicieron que su empleador le negara la oportunidad de trabajar en la educación. Se vio limitado en el trabajo que podía realizar, lo que limitó sus ingresos. Este hecho, combinado con los elevados costes de abrir un dispensario en Nueva York, llevó a Mesai a desarraigar su vida y trasladarse a Oklahoma, donde las solicitudes cuestan menos.
Arreglando las desigualdades en el cannabis
Tanto Mesai como Tiffany están de acuerdo en que hay que hacer más para ayudar a los propietarios negros y las personas racializadas que entran en la industria del cannabis. Especialmente a quienes se enfrentaron a cargos penales por el cannabis en el pasado. Sin embargo, creen que el gobierno debería dar un paso adelante para ayudar, pero pocos gobiernos estatales lo hacen. Además, los programas que existen son complicados, limitados y, en última instancia, no compensan el daño causado.
En su lugar, han sido las empresas privadas las que han liderado el camino de la equidad social en el cannabis. Tanto Hybrid Cannabis como The Flower Spot son beneficiarios del Programa de Equidad Social de Flowhub, que ofrece software gratuito para puntos de venta de cannabis valorado en más de USD 50.000 a propietarios de dispensarios que cumplan los requisitos. Kyle Mcbride, actual titular de una licencia de Equidad Social en Michigan, ofreció un punto de vista ligeramente diferente, diciendo que “personalmente, estoy animado por lo que veo que el estado de Michigan intenta hacer en cuanto a su desarrollo con los Programas de Equidad Social. Su fracaso está en el marketing real y en la concienciación de los programas para el público”.
No se trata sólo de crear programas porque sí. Tienen que ser accesibles y estar disponibles para todxs. No debería ser difícil encontrar Programas de Equidad Social. Aparte de los cambios necesarios señalados anteriormente, hay un montón de otras iniciativas que deben ocurrir para mejorar la equidad en el cannabis, tales como:
- La legalización federal
- Indultos generalizados
- Acceso claro al capital generado por los impuestos
No hay una solución única para hacer del cannabis una industria diversa, sino que debemos reevaluar lo que los gobiernos de los estados, lxs legisladores federales y las entidades privadas están haciendo para asegurar que se obtengan los mejores resultados posibles. Estaré atento a la aparición de programas de equidad social y espero que todxs los que trabajan en el cannabis lleguen a comprender la importancia que tienen los propietarios negros en el cannabis.
No es sólo lo correcto. Es la única opción si queremos que esta industria tenga éxito.