Especialistas de la Red de Cannabis de Uso Medicinal e Industrial (RACME) del CONICET y colegas expusieron acerca del camino de la planta en el país y las propuestas a futuro para avanzar en la regulación de la industria y el acceso a su uso con fines medicinales y de investigación.
Especialistas de la Red de Cannabis de Uso Medicinal e Industrial del CONICET y colegas participaron en la Feria del Libro en una mesa que debatió sobre la situación actual del Cannabis en Argentina, la labor que vienen realizando, los resultados obtenidos y los desafíos futuros.
Durante la actividad, se describió avances impulsados por la RACME y sus aportes en materia de políticas públicas relacionadas con el cannabis medicinal; capacitación; proyectos en investigación y desarrollo en cannabis y sus derivados para uso medicinal, terapéutico y paliativo, sus usos clínicos y/o industriales, y aspectos sociales y culturales asociados.
“Desde la RACME estamos trabajando, hace muchos años, de manera articulada con el sistema científico, universidades, organismos del Estado (que incluyen a la cartera de salud), profesionales de la salud, organizaciones civiles y la ciudadanía para que desde un marco legal todas las etapas que vayan desde la producción de cannabis (el control de calidad y trazabilidad de semillas) hasta su uso con fines medicinales y de investigación se realicen de manera regulada, rigurosa y responsable”, afirmó Silvia Kochen, coordinadora de la RACME e investigadora del CONICET, quien tuvo una participación fundamental en el desarrollo de un marco jurídico, como la promulgación en 2022 de la Ley de Cannabis Medicinal y Cáñamo Industrial, para regular su producción y su uso con fines de investigación y medicinales, entre otros proyectos.
Proyectos para el acceso de cannabis medicinal a través de las farmacias
Catalina van Baren, investigadora y docente asociada de Farmacognosia del IQUIMEFA (UBA-CONICET) e integrante de la RACME, se refirió a un proyecto que desde IQUIMEFA realizan con la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) y que apunta a lograr el acceso al producto de cannabis medicinal a través de las farmacias.
Van Baren relató que la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, donde se encuentra ubicado el IQUIMEFA, y la COFA firmaron un convenio en diciembre de 2021 destinado a la generación de protocolos normalizados de preparación de aceites de cannabis medicinal a partir de flores o resinas de Cannabis para formar parte del Codex Farmacéutico Nacional o manual de formulaciones nacional, que podrán ser elaborados como preparados magistrales en el laboratorio de las farmacias comunitarias u hospitalarias y el desarrollo de “estudios de estabilidad normal y acelerada, para evaluar y establecer las indicaciones de conservación y vencimiento de estos productos”.
“Así como hoy las farmacias de nuestro país, que están reguladas por el Ministerio de Salud, elaboran preparados de morfina a las que acceden pacientes por orden médica, el objetivo es que los profesionales farmacéuticos tengan las herramientas necesarias para la preparación galénica de aceites de cannabis medicinal, indicadas por recetas médicas para el tratamiento de diferentes dolencias y cuya composición química, calidad y trazabilidad estén garantizadas ya que están capacitados en la implementación de protocolos con buenas prácticas de preparación”, explicó van Baren.
Prácticas de buena manufactura, regulación y políticas públicas de salud
Valeria Rudoy, licenciada en biología, se refirió al trabajo que realiza como integrante de la RACME y del directorio de la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) cuya misión es regular toda la actividad económica de la cadena productiva del cáñamo y cannabis para uso medicinal e industrial. “Habiéndome especializado en la germinación clonación de plantas, entendí hace unos años la necesidad de mantener la trazabilidad de la genética de determinadas plantas que tengan una calidad garantizada tanto para su producción a nivel industrial como para su uso medicinal y para ello son claves el aporte de la ciencia y las buenas prácticas de producción y procesamiento, así como la autorización de los entes regulatorios. Hoy hay unos 23 proyectos de investigación que trabajan en esta temática”, indicó Rudoy.
Por su parte, Marcelo Morante, coordinador del Programa Nacional de los usos medicinales del Cannabis, del Ministerio de Salud de la Nación y miembro de la RACME, y también integrante del directorio de ARICCAME, indicó: “El cannabis planteó un desafío en materia de salud pública, genera la necesidad de acercar puntos de vista diferentes. Parte de mi labor es proveer de información y herramientas para que desde el Estado, a través de la cartera de ciencia, se acompañe, a través de políticas públicas, el avance del proceso que implica la regulación del cannabis desde su producción hasta su uso industrial y medicinal y en esa dirección poder responder a las necesidades de miles de pacientes para aliviar su condición”.
En ese sentido, Morante destacó el largo camino recorrido hasta ahora y cómo se pudo avanzar del Registro Nacional de Pacientes en Tratamiento con Cannabis (REPROCANN), que permitía el uso de cannabis medicinal para tratar epilepsia refractaria en niños en determinados centros médicos, a la creación en 2020 del Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN), una base de datos que hoy tiene registrados a 200 mil pacientes con diferentes dolencias autorizados a acceder a un cultivo controlado de la planta de cannabis con fines de tratamiento medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor.
“El REPROCANN pone como una normativa de exigencia que tiene que estar presente la indicación médica para que los pacientes registrados puedan acceder al cultivo controlado de la planta y que además el profesional de la salud pueda hacerles un seguimiento”, señaló.