La iniciativa es de carácter integral para el desarrollo de todos los eslabones de la actividad, con eje en el mercado interno y las exportaciones. Cuántos empleos podría generar en el sector primario. Como antecedente y parámetro, datos sobre los indicadores de la actividad (medicinal e industrial) en Uruguay y Colombia. Hablamos con Natalia del Cogliano, Directora Nacional de Articulación de Asuntos Productivos con las Provincias
El gobierno nacional se encuentra elaborando un proyecto de ley integral para el desarrollo de todas las etapas de la cadena productiva del cannabis para uso medicinal y del cáñamo para uso industrial, con eje en generar un mercado interno y, a la vez, el fomento de las exportaciones. “Estamos trabajando en el diseño de un marco regulatorio sólido e integral para el desarrollo de todas las etapas de la cadena productiva del cannabis para uso medicinal y del cáñamo para uso industrial”, afirmó en diálogo con Industria Cannabis Natalia del Cogliano, funcionaria del Ministerio de Desarrollo Productivo, área a cargo de la iniciativa.
“Entendemos que es una apuesta estratégica que debemos hacer, para generar un mercado interno potente y trazable de productos derivados del cannabis medicinal que, sobre todo, permita a los pacientes acceder a productos que ofrezcan información clara, transparente y segura; y para alentar, en paralelo, el ingreso de divisas legítimas vía exportaciones”, amplió la Directora Nacional de Articulación de Asuntos Productivos con las Provincias.
El proyecto, que toma como guía las legislaciones de Canadá, Uruguay, Colombia y estados como California en Estados Unidos, apunta a fomentar proyectos de inversión pública, privada y mixta en cada uno de los eslabones de la cadena productiva. Para esto, prevé la creación de un órgano rector y articulador de la cadena, con el objetivo de maximizar los mecanismos de regulación y control de cada uno de los sectores.
En función de la matriz productiva, tecnológica y de investigación, Argentina cuenta con una serie de ventajas comparativas. “Nuestro país cuenta con probadas capacidades tecnológicas en materia agrícola, incluyendo el desarrollo genético de semillas, un eslabón clave en la cadena del cannabis. Asimismo, contamos con una extensa red de laboratorios nacionales (públicos y privados) y transnacionales, y un ecosistema de Ciencia y Técnica que ya se ha mostrado interesado en investigar las propiedades y aplicaciones del cannabis”, detalló Del Cogliano.
“A su vez -prosiguió-, contamos con suelo disponible, con suelo dispuesto a transicionar hacia este cultivo, tenemos recursos humanos altamente formados y una ley de economía del conocimiento que constituye una herramienta fundamental para acompañar el desarrollo del sector”.
La cadena productiva y la generación de empleos
La cadena de valor de la industria del cannabis abarca la producción de semillas, el desarrollo de sus variedades, la elaboración de plantines, la cosecha y el secado, la producción de subproductos, y la distribución y la comercialización. Asimismo, estos eslabones conviven con empresas dedicadas a trabajos específicos, como desarrolladores de genética, proveedores de equipos especializados, servicios técnicos, y fitosanitarios y protección de cultivos.Existen tres formas de producción primaria: el cultivo a cielo abierto, el cultivo bajo invernáculos y el cultivo indoor. Cada alternativa de cultivo impacta en la demanda de mano de obra por hectárea, y a su vez cada una conlleva distinto tipo de ventajas y desventajas y costos de inversión.
En el caso de la producción de cáñamo industrial, se suelen utilizar el cultivo a cielo abierto y normalmente se realizan más de tres cosechas por año. De acuerdo a datos del Ministerio de Producción, la estimación de absorción de mano de obra por hectárea es comparable con las actividades ligadas a la producción de frutas finas, arándanos o uva de mesa. Para estos modelos de producción se calcula que la demanda de mano de obra ronda entre los tres y cuatro operarios por hectárea. Por otro lado, en las producciones bajo invernadero y/o indoor -modalidad privilegiada para el cultivo de cannabis para uso medicinal, más controlada y de mayor inversión-, la utilización de mano de obra es más intensiva. En estos casos puede ser comparada con la demanda de mano de obra de la industria florícola, la cual requiere entre diez y quince operarios por hectárea, según información de la cartera de Producción a la que accedió este medio. En el mismo sentido, para el caso de los invernaderos se estima en aproximadamente seis o siete operarios por hectárea.
“Cualquiera de las actividades o modelos que se desarrollen en la cadena cannábica presenta un potencial para generar mano de obra por unidad de superficie muy superior al observado en los cultivos de olivos, frutos secos o cítricos. Y, por supuesto, que en la soja o el maíz”, destacó Del Cogliano a Industria Cannabis.
La cadena de valor del cannabis contempla una serie de actividades que representan un importante potencial para el mercado del sector. Por caso, la producción legal mundial de cannabis creció de las 1,1 toneladas en el año 2000, a las 290 toneladas en 2018, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE). Asimismo, el gasto en cannabis legal a nivel mundial, de 15 mil millones de dólares en 2019, se estima en USD 41 mil millones para 2024, de acuerdo a Arcview Market Research y BDS Analytics. La principal condición para el desarrollo de proyectos productivos, de comercialización e incluso de exportaciones para la generación de divisas, son legislaciones que vayan de la mano con el interés del sector privado en motorizar la industria.
En Argentina, la falta de estos marcos normativos impide la efectiva puesta en marcha de la industria. La nueva reglamentación de la Ley 27.350 legalizó el autocultivo, una demanda sostenida durante largo tiempo, aunque sigue pendiente una ley que active a todos los eslabones de la industria. “Tenemos una legislación muy ambigua, porque la planta sigue estando prohibida más allá de la nueva reglamentación”, dijo a Industria Cannabis Marcos Chigal, abogado de Reset. “Lo que ahora quedó saldado es haber legalizado los cultivos caseros. Al no tener ese problema, lo cierto es que podemos avanzar en una regulación mucho más amplia que tenga en cuenta a toda la planta y todos sus usos”, añadió.
Los casos de Uruguay y Colombia: indicadores productivos
En estos países, donde sus industrias han picado en punta en la región, informes privados y públicos sirven como insumos para Argentina, ya que aportan datos sobre los indicadores de la actividad del cannabis industrial y medicinal, que se encuentran en pleno desarrollo gracias a las normativas que lo permiten.
Uruguay
En el primer país del mundo en legalizar los distintos usos del cannabis, a marzo de este año había 40 emprendimientos de cultivo de cannabis no psicoactivo autorizados por el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), lo que sumaba una superficie de unas 600 ha, la gran mayoría a cielo abierto. El rendimiento relevado es bajo invernáculo y se ubica en unos 500 a 1.000 kg por ha, según un informe de la agencia de exportaciones de Uruguay.
De los cinco subproductos del cáñamo (fibra, biomasa, flor, granos y semillas), de acuerdo a información del MGAP, el 90% de las empresas se dedica a la producción de flores orientada a la exportación con fines de producción de extractos, sobre todo CBD. El rendimiento promedio de las flores producidas en baja densidad y con riego “va de 300 a 500 kg por ha”, según un informe del diario uruguayo El Observador. Mientras que “el grano para alimento, sin riego, tiene un rendimiento promedio entre 800 y 1.000 kg por ha”.
Con respecto a los precios de las flores de cáñamo con 10% de CBD, secas y de alta calidad –de uso no médico–, se ubican alrededor de USD 400 por kg, añade el informe. “Los precios del grano de cáñamo no orgánico, para uso alimenticio, está en el entorno de USD 2.000 por tonelada”, completa.
Colombia
En Colombia, la industria se vuelca a la producción y exportación de cannabis medicinal. Un informe de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo), que describe la caracterización productiva de la industria según una encuesta a treinta empresas -la mayoría dedicadas al cultivo-, sintetiza la siguiente serie de datos.
- Empleos agrícolas por ha: 17,3 (todos formales).
- Costo de generación de un empleo: $50 millones de pesos colombianos (son USD 14.500 al tipo de cambio del 6 de enero de 2021).
- Área cultivada: 45 ha por empresa en promedio.
- Tamaño promedio del cultivo: 2,1 ha.
- Plantas por m2 : de 1 a 4.
- Número de ciclos por año: 3,4.
- Rendimiento por m2 por ciclo (gramos de flor seca): 180.
La encuesta consultó a las empresas que cuentan con licencias del Ministerio de Justicia y del Ministerio de Salud para la producción y transformación de cannabis con fines medicinales.
Otro fragmento del informe detalla la estructura promedio de los costos para el cultivo de cannabis medicinal. Encabeza la lista la remuneración de asalariados (52,1%), seguida por Materias Primas (18,2%), Arrendamientos (7,2%), Servicios Contratados (7,1%), Consumo de Energía (5,8%), Servicios Públicos (3,5%). También calcula la estructura de costos de la transformación de la flor seca para la producción de extractos y resinas. El pago al factor trabajo también es aquí el mayor costo (48,2%), seguido por las Materias Primas (15.2%), del pago de Honorarios y servicios técnicos (14,6%) y del pago de Arrendamientos (10%).
Por último, sostiene que el empleo generado por la industria es formal, al tiempo que el 90% del empleo contratado es permanente. A su vez, se generan 0,5 empleos no agrícolas por cada empleo agrícola y el 55% del empleo es femenino, en proporción similar entre empleo agrícola (54%) y no agrícola (55%).
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