El Primer Encuentro Interinstitucional para el Desarrollo del Cannabis y del Cáñamo Industrial, organizado por el SENASA, permitió que especialistas en cannabis debatieran cómo la naciente industria del cannabis en la Argentina puede potenciar las cooperativas y los pequeños productores argentinos de cannabis.
Una hipótesis: Ariel trabaja como delivery para una aplicación. Está ahorrando porque quiere mudarse a la capital. Trabajo en el interior hay, pero paga poco. En la capital hay más posibilidades. O, al menos, eso es lo que cree. Tras la reglamentación de la Ley de Cannabis Medicinal e Industrial 27.669, consigue trabajo en un local de cannabis medicinal. Una cooperativa que pudo reconvertirse le dio empleo. De cultivar tomates pasaron a cultivar flores, de ganar poco a ganar mucho más. La cooperativa invierte en Ariel y en sus compañeros. Comparten sus saberes. Distribuyen las ganancias y afrontan las pérdidas.
Conocen la industria y su cultura. Cuchichean soluciones tecnológicas. El “run run” de la innovación los lleva a crear y vender soluciones tecnológicas. Ahora exportan software. Crecen, reparten entre la comunidad (y aportan). Ariel ya no quiere irse a la capital. Tiene un proyecto de vida en su tierra: cultivar y comerciar el fruto de su trabajo, preservar su cultura, el medio ambiente y sus afectos. Este paisaje puede sonar como un deseo lejano. Por eso, prestemos atención a los hechos. El Primer Encuentro Interinstitucional para el Desarrollo del Cannabis y del Cáñamo Industrial, organizado por el SENASA, permitió que especialistas en cannabis debatieran cómo la naciente industria del cannabis en la Argentina puede potenciar las cooperativas y los pequeños productores argentinos de cannabis.
El encuentro se nutrió de la participación de ONGs como Mamá Cultiva Argentina, Proyecto Cáñamo, Ciencia Sativa, Confederación Cannabica Argentina, y CECCa, que recordaron a los ponentes la necesidad de contar con una regulación equitativa con los pequeños productores, que repare los daños causados por la guerra contra las drogas y que reconozca la economía del cuidado.
Poner en valor la economía del cuidado
Valeria Salech, feminista y militante de Mama Cultiva Argentina, explicó que la demanda interna de cannabis es afrontada por las organizaciones de cuidadores y cuidadoras, que en su mayoría son mujeres que dedican su vida al cuidado del otro sin un salario. “Todo lo que hacemos lo hacemos de manera voluntaria. Muchas mujeres, por mandato social, cuidan y al no encontrar contención en el sistema de salud, se descuidan a sí mismas. Dedican su vida a cuidar a alguien”, explicó Salech y advirtió que la desigualdad de género no cambia automáticamente con la legalización.
Llamó a la ARICCAME, la agencia que deberá regular la industria, a tener una visión amplia de las categorías de productos de cannabis, que permita nuevas formas de asociación para la salud comunitaria y autogestiva con acompañamiento médico.
Regular sin trampas
En sintonía con Salech, Luis Osler, abogado militante por la reforma de las políticas de drogas y miembro del Centro de Estudios de Cultura Cannabica de Argentina (CECCa) consideró que, a la hora de regular la nueva industria, se deben seguir ciertas pautas. Por un lado, el federalismo, la inclusión y el desarrollo de la industria nacional, y al mismo tiempo, pensar en una amnistía de las personas que tienen causas por cannabis. “Si estamos hablando de industria se lo debemos a ese activismo que hace 50 años viene siendo perseguido. Sería una hipocresía que esta ley no les incluyera”, dijo Osler en exclusiva a El Planteo.
“El pequeño cultivador no puede quedar fuera de esto. No puede ser una ley para personas que tengan más recursos. No debe haber trampas, licencias inaccesibles, requisitos que hagan que solo unos pocos puedan cumplir. No se puede dejar de reconocer al cultivador que trajo este conocimiento acá. Personas que tienen un proyecto de vida ligado a la planta. Dejan el cuero en esto. Y eso lo saben todos los que están hablando acá”, agregó Osler.
La abogada Victoria Bacca Paunero, parte de CECCa, agregó que el costo de la concesión de licencias y autorizaciones administrativas tiene que ser proporcional. Habló de la regularización de las ONG y cultivadores nacionales, al igual que PyMES, cooperativas y capital internacional que quiera invertir en la Argentina. "Tenemos que pensar en las bases de la industria nacional. Esa gente tiene que estar para trabajar”, dijo Bacca Paunero.
¡Alto! policía!
Bacca Paunero agregó que, a la luz de la nueva reglamentación, las fuerzas del estado no pueden cargar contra la industria, por prejuicios, desconocimiento o motivos morales. “El año que viene podemos tener cultivos extensivos de cáñamo y un policía no puede pasar y suponer que hay un delito. Tiene que saber que hay cultivos autorizados y el estado tiene responsabilidad. La agencia debe articular con el Ministerio Publico Fiscal, para explicar que la marihuana no es igual a delito”, dijo Bacca Paunero.
León Verde: Herboristerías, clusters, y cooperativas, al frente
Paunero se refiere a cultivadores argentinos como Martiniano Stanisio, cooperativista de larga data, con más de 25 años de experiencia produciendo flores de cannabis. Como representante de León Verde, un grupo empresario que se propone invertir en la producción de cannabis medicinal, en el Chaco, pidió poner en valor los años de aprendizaje en la clandestinidad. “Acceder a un mercado farmacéutico va a ser muy difícil para los pequeños productores”, advirtió.
Stanisio propuso la creación de categorías intermedias como “herboristerías” para la comercialización de flores secas a pacientes del REPROCANN, que se permita producir a campo en el interior y que se creen parques agroindustriales, para incubar y acelerar productores pequenos, promover una nivelación en conocimientos y un acceso equitativo a los recursos. León Verde prevé trabajar con cooperativas satélite y módulos de productividad con calidad farmacéutica que pueden producir 2500 kg por mes, exportables, “algo que una cooperativa no va a poder hacer por sí sola. Luego exportar al mundo y acceder a dólares. Hoy solo lo pueden hacer las grandes farmacéuticas”, dijo Stanisio.
Dispensarios argentinos
“El parque otorga la posibilidad de trazar la producción de las cooperativas satélites, estudiar su potencial médico, poner en valor el material y producir a escala para exportación”, explicó. Asimismo, aclaró que los productos de las cooperativas pueden abastecer una red de dispensarios en todo el país: “Que el paciente de Tierra del Fuego pueda acceder a cannabis de cooperativas del Chaco, en herboristerías, un acceso seguro para pacientes, generando trabajo”, explicó con claridad Stanisio.
El cannabis argentino es también, economía popular
Nicolas Rodriguez del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), recordó que el organismo se encuentra trabajando en el recupero de colectivos de cannabicultores que bien podrían aportar a la constitución de las cooperativas de las que habla Stanisio. Rodriguez advirtió que uno de los mayores potenciales del esquema mutual y cooperativo, de producción horizontal, es que permite pesificar la cadena productiva. “Existen cooperativas y mutuales en cerca del 90% del territorio nacional. No existe forma de articular el trabajo más federal”, sumó.
“Existe el prejuicio que no tienen márgenes de rentabilidad, que no se pueden organizar, el 35% del mercado de seguros está en cooperativas y mutuales, 10% del COMEX está en cooperativas, el 5% del resto de las cadenas de valor también son cooperativas. Creemos fundamental que no se conmine a las cooperativas a los primeros eslabones de la cadena productiva”, agregó Rodriguez.
Planificar un modelo argentino
Leandro Ayala, presidente de la Confederación Cannábica de Argentina, una organización que nuclea a emprendedores del sector, también abonó la hipótesis de Stanisio. “Lo que le pedimos al gobierno nacional es que la industria tenga una mirada desde el microemprendedor y desde ahí garantizar la participación estratégica de los cultivadores en esta construcción colectiva”, dijo el dirigente, militante y emprendedor del sector.
Ayala reclamó la libertad de los presos por cannabis y la inclusión de los cultivadores argentinos en la nueva industria del cannabis legal. “Es injusto que estemos desarrollando la nueva industria mientras tenemos compañeros presos. Hay personas que han perdido la vida por esto”, recordó Ayala. Destacó la importancia de aprovechar la capacidad instalada argentina, y de planificar la industria.
“¿A quién le vamos a vender la materia prima?”, se preguntó Ayala, y adelantó (como un presagio) que Luiz Inacio Lula Da Silva, podría ganar por tercera vez en Brasil y abrir un mercado limítrofe de más de 100 millones de habitantes. Además, remarcó la necesidad de prever cuellos de botella en la cadena de suministros y trabajar en la formación de un mercado interno de cannabis.
Mercado interno de flores de cannabis
Pablo Fazio, co-fundador de Pampa Hemp y miembro de ArgenCan, explicó que resulta necesario garantizar la existencia de un mercado interno de flores secas de cannabis para la venta a pacientes del programa medicinal REPROCANN. “Hasta ahora el estado ha ocupado un rol central. Ahora debe regular con una mirada estratégica, que dimensiones va a tener el mercado, prever los usos”, explica Fazio y aclara que nadie va a invertir si no hay un mercado interno importante. Explica que, si la habilitación de alimentos y bebidas con CBD se dilata, se cae la demanda agregada, el mercado y las posibilidades de inversiones. “Nadie invierte en la incertidumbre, sin saber a quién le va a vender y cuánto. Un mercado interno que permita probar productos que puedan exportarse al mundo”, agregó Fazio.
“Yo creo que la industria se debe alejar de la primarización. Claramente es importante un mercado interno de flor seca y de productos de consumo masivo empaquetados de venta libre. Bebidas funcionales y alimentos con cannabinoides”, sugirió el presidente de la Cámara Argentina del Cannabis.
La ARICCAME y las reglas del juego
Gabriel Gimenez del Instituto Nacional de la Semilla (INASE), habló de la necesidad de contemplar a los actores existentes, incluyendo a los movimientos cannábicos de la República Argentina.
“Si normamos con preconceptos que vienen de afuera creo que nos estamos equivocando. Hay muchos empresarios que le están poniendo el cuerpo a una industria que necesita seguridad jurídica para saber cuáles son las reglas de juego. No son todos iguales y es necesario empezar a normar todas las cadenas de valor y desarrollar la economía solidaria”, dijo Gimenez.
“Los y las cultivadoras de la República Argentina son centrales en la industria. Venimos de un cultivo que no estaba legalizado. Son los únicos que tienen transferencia tecnológica para desarrollar esta industria. No necesitamos sumarnos a la regla de juego que pone el mercado común europeo porque tienen una para el mercado común, otra para el mundo y otra para sus países. Entonces no vamos a hablar de cuánto es el nivel de THC y CBD. El modelo de la ARICCAME es construir la marca país ‘Cannabis Argentina’”, concluyó Gimenez.
Benjamin Enrici presidente de Agrogenética Riojana también ponderó la importancia de contar con un mercado interno de cannabis pujante que pueda aprovechar las lecciones aprendidas en otros países, como por ejemplo fijar límites de THC que inhiban la investigación, el acceso a la salud y la producción. Reiteró que los límites de THC deben estar delimitados por el tipo de industria que queremos y no por los parámetros europeos.
“Para aprovechar el mercado interno, fortalecer las marcas argentinas y encadenar el complejo industrial”, dijo.
Enrici confía en el potencial del mercado interno de flores secas de cannabis para estimular el aprendizaje regional y entre firmas de cannabis, organizaciones y micro cultivadores artesanales que deberán ser contemplados en distintas categorías de productos, que incluyan flores secas inocuas para el consumo humano.
Además, Enrici explicó que, si el mercado interno se limita solo al aislado de CBD y fitoderivados con estándares medicinales, el mercado será muy limitado. “Habrá poca oferta porque no todos pueden garantizar el cumplimento de estándares farmacéuticos globales y menor demanda”, agregó. Según Enrici, el problema no es el número de licencias, si no las categorías de productos.
“No sirve tener 1500 licencias como en Colombia, y solo 3 firmas vendiendo. Debemos formalizar un mercado que ya existe: la venta de flor seca por receta, flor seca producida bajo estándares nacionales de calidad que sean accesibles al pequeño productor, normas IRAM, por ejemplo”, concluyó.