El Director Nacional de Articulación Federal del INASE destacó las posibilidades de la industria cannábica y lo conseguido hasta el momento. Qué implica la inscripción de germoplasma nacional para uso medicinal y el relevamiento de la genética del país que lleva a cabo este organismo. “El desarrollo y la multiplicación de semillas va a generar empleo y una movida de arraigo y desarrollo en las provincias”, remarcó.
“La industria del cannabis tiene un potencial increíble. No solamente en lo económico, sino en el potencial médico, en la investigación y en el uso industrial, que no tiene límites”. Así sintetizó Gabriel Giménez, Director Nacional de Articulación Federal del Instituto Nacional de Semillas, el panorama cannábico argentino y sus posibilidades. En diálogo con este medio, enumeró las medidas en materia de semillas, el rol del INASE, los avances normativos y los temas pendientes para el desarrollo del cannabis.
Un punto de inflexión durante este año para la industria cannábica fue la resolución conjunta firmada el 28 de abril por el Ministerio de Salud y el INASE que autoriza la inscripción de germoplasma nacional de Cannabis sativa L. para uso medicinal en el Registro Nacional de Cultivares y en el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares del INASE. El primero funciona para obtener un derecho de obtentor y el segundo para la comercialización.
“Se trata de un blanqueo para mostrar cuál es la trazabilidad agronómica de cada cultivo, de cada variedad. Y también desmitifica la situación del prohibicionismo. Porque para registrar una variedad tenés que demostrar trazabilidad de cuatro a ocho años según el desarrollo de la variedad. Los breeders o productores no podían desarrollar porque estaban en la ilegalidad. Ahora, como cualquier otro cultivo pueden contar cuál es la trazabilidad, la variedad y el mejoramiento de cada una de las semillas”, remarcó Giménez.
El funcionario del organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca también destacó la resolución 140 de esa cartera, que habilitó al INASE a realizar un relevamiento de la genética nacional de la especie Cannabis sativa L. para su identificación, caracterización y su posible registro. Hasta el momento, se registraron cerca de veinte variedades.
“Hay una política de Estado y avances permanentes para profundizar la ley 27.350, a partir de una política de derechos y de la reglamentación de una ley que fue absolutamente viciada en la reglamentación del macrismo y que con nuestro gobierno en el 2020 se volvió a su espíritu: garantizar la medicina para todos y todas, considerar el autocultivo y el REPROCANN como derechos y los proyectos de investigación y las resoluciones que surgieron después”, subrayó.
La ley industrial
Las funciones del INASE en materia de desarrollo de semillas y trazabilidad podrían ampliarse con la ley industrial, que apunta a regular la producción industrial de la planta de cannabis, sus semillas y derivados a partir de la creación de una agencia regulatoria. La iniciativa cuenta con media sanción del Senado y Diputados podría tratarlo antes que finalice el 2021. “Aspiramos a que se apruebe este año. Estamos convencidos que está la posibilidad y la voluntad para lograr que sea ley porque hay una amplia mayoría para que así sea, no solo del bloque oficialista sino también de la oposición”, dijo Giménez.
Con relación a esa normativa, resaltó que es necesario “garantizar reglas claras para la industria nacional y para la extranjera, porque el potencial de la cadena del cannabis no tiene techo''. Y amplió: “Los subproductos industriales y medicinales no tienen límites. Los grows y los viveros también son lugares donde se va a desarrollar la industria”.
A su vez, dijo que “el desarrollo y la multiplicación de semillas nacionales también va a generar empleo y una movida de arraigo y desarrollo en las provincias. Ni hablar de la producción a escala para exportación”. Giménez añadió que “hay sinfines de productos de la industria para desarrollar y en el mundo se está demostrando que esta industria no tiene techo”.
La ley industrial busca abrir el juego también a los pequeños y medianos productores, para evitar que capitales extranjeros acaparen el negocio. “Pensar un negocio chico para tres o cuatro es no ver todo el mapa sobre la industria del cannabis”, señaló.
Por otro lado, a la hora de tomar modelos de desarrollo en el mundo para imitar en Argentina, mencionó aspectos del canadiense, el colombiano, el uruguayo y de los estados donde hay regulaciones en Estados Unidos. “Como bien dice Litvak (cultivador argentino en Israel) los casos en el mundo nos sirven para que arranquemos con esas experiencias. No hay un modelo para copiar sino una legislación comparada para hacer y aplicarla con identidad nacional, con cultivadores, desarrolladores y breeders que Argentina tiene casi por cincuenta años”, concluyó.